LA LEYENDA CONTINÚA…
Marcha verde Viernes 15 de Abril de 2011, Lérida
La marcha verde nunca pierde
En los tiempos heroicos del Peñas se acuñó una frase talismán que ayudó a sacar al equipo de los más graves apuros y lo catapultó a las mayores empresas. El cántico rezaba: ¡La marcha verde, nunca pierde! Y el pasado viernes la marcha verde sumó una muesca más en su historial, aunque la verdad es que casi no hizo falta recurrir a esa pócima porque el equipo cuajó una exhibición incontestable de buen juego de ataque.
Pero la afición, cerca de 600 gargantas, tampoco falló. Ahí estuvo, animando desde que salió de Huesca y hasta que el equipo abandonó el pabellón de Lérida (alguno todavía debe estar por esos andurriales). Precisamente Lérida, donde hace casi treinta años comenzó a tomar cuerpo "el sueño de una noche de verano".
Entonces fue en un pabellón que se caía a trozos y ayer lo hizo en una magnífica instalación que los seguidores peñistas casi tiran abajo con sus cánticos. Provistos de bufandas, camisetas, bombos, banderas, pelucas verdes y toda la parafernalia verdiblanca; el ritmo lo puso una banda de percusión ilerdense, pero el corazón latía laurentino como siempre que se producen las grandes citas.
El equipo, por su juego y atrevimiento, no merecía llegar a este límite, pero una vez aquí, y como ya se había sufrido todo y más la semana anterior, decidió obsequiar a sus sufridores con un partido tan completo que no dejó atisbo casi ni a que el corazón palpitara demasiado acelerado. Los únicos arreones llegaban por la excitación del juego y porque el ánimo de todo buen aficionado del Peñas nunca se serena hasta que llega el final del partido. Justo entonces tuvieron que regresar los jugadores un par de veces a la pista para saludar a sus fieles, como los antiguos toreros saltaban al pabellón del Parque, escenario de otras batallas en otros tiempos que sufrió Llorente padre con su Real Madrid y que ayer emuló su hijo.
Para aguantar mejor, los aficionados llegaron provistos de todo tipo de meriendas, que la hora no dejaba sitio para otra cosa que no fuera el bocata, un trago de vino o una cerveza. El equipo ayudó a que la digestión fuera más pausada, y eso que tocó colocarse en el gallinero después de negociar con la directiva local.
Entre los aficionados había muchas caras de las nuevas generaciones peñistas, pero también rostros históricos de algunos que ya vivieron estas batallas cuando el equipo iniciaba su andadura por el mundo ACB. Todos, sin embargo, estaban unidos por el mismo sentimiento y por los mismos cánticos que entonces levantaron la admiración de las hinchadas rivales. Por eso el final no podía ser de otra manera, con el equipo jugando al más puro estilo peñista, en comunión perfecta con la hinchada para cruzar una meta que ya se tenía que haber superado la semana anterior.
Todos dieron por bueno el sufrimiento añadido porque la próxima temporada el Peñas seguirá siendo de oro, todo un lujo al que se han hecho acreedores jugadores, técnicos, directiva, pero sobre todo la afición, que nunca, ni en los momentos más bajos, ha dejado solo al equipo. En Lérida empezó todo y en Lérida sigue el camino, que aún quedan muchos capítulos por escribir.
(Noticia: Diario del Alto Aragón 16/04/2011)